martes, 25 de noviembre de 2014

UNA HISTORIA ENORME




EL GUETO
Hoy quiero hablaros de una historia. 

De las de verdad. 

De las que no se olvidan. 

Una historia contada por un superviviente y que fue relatada casi como sin querer.

Estamos tan habituados a que nos hablen del holocausto que a veces pienso que hemos perdido esa parte de humanidad que nos falta para sentir que aquello forma parte de una terrible historia que nunca debió ocurrir. 

Conocemos los hechos por la literatura, por el cine, por los viajes... Y realmente son hechos importantes que no merecen ser olvidados.

FLORES A LOS MUERTOS
Los que me seguís sabéis de mi reciente visita a Polonia. País maravilloso al que me gustará volver. Estuve en casa de unos amigos. Unos buenos amigos. Nos acogieron con la hospitalidad de la que hacen gala en centroeuropa y consiguieron que su casa fuera nuestra casa durante un breve período de tiempo.

Ni que decir tiene que vimos una Polonia desconocida. Una Polonia vista con los ojos de unos polacos cultos y con una mente abierta.


LO QUE PESA EL ALMA
Una noche, durante la cena, en la que cada día pudimos degustar los exquisitos platos polacos con los que nos agasajaron, la conversación iba y venía de unos temas a otros. La política, la cultura, los pueblos, el cómo veis determinada cuestión, el porqué de otra, el cómo se nos devuelve la imagen del espejo...

Entre tema y tema, saltó "la historia":

- Cuando todo el mundo empezó a huir por miedo a la guerra, muchos decían que vendrían los alemanes. Y mi padre decía "yo no abandono mi casa. ¿Qué puede pasar si vienen los alemanes: un pueblo culto, inteligente, avanzado... no será capaz, nunca, de hacernos ningún daño".

Mi padre se quedó en casa, y con él todos nosotros: mi madre, mis hermanos, mis tios... todos. Todos convencidos de que nada nos podría ocurrir.

Pero llegaron los alemanes. El mismo día que entraron en nuestro pueblo, mi madre y yo misma vi como mataban a mi padre y a todos mis hermanos delante de nuestros ojos. No dejaron vivo a un sólo hombre, ya fuera niño o adulto".


IMPRENTA CLANDESTINA
Una historia corta ¿verdad?. A mí me parece ENORME. Enorme por oírla de labios de alguien que vivió el horror de esa guerra. Enorme por escucharla de alguien que era capaz de narrarla sin rencor, sólo con la certeza de que un pueblo, por culto y avanzado que sea, se rebaja a las más míseras vilezas de la raza humana.

Enorme porque, durante nuestra estancia, pude comprobar la lucha de un pueblo con una enorme herida que aún no había terminado de cicatrizar. Sin rencor, sin rabia, sin nadie a quien culpar. Oír de esos mismos labios "no hay familia en Polonia que no tenga un muerto en esa guerra" es algo tremendo, pero te ayuda a entender que ni pueden ni quieren olvidar. Una cosa es el perdón y otra, muy distinta, el olvido.

Cuando días más tarde visitamos el Museo del Levantamiento de Varsovia, magníficamente expuesto y organizado, con todo el respeto que merecen los pueblos y los que dejaron su vida en aquella lucha, no podía evitar que resonaran permanentemente aquellas palabras "no hay familia en Varsovia que no tenga y muerto en esta guerra" y veía a familias enteras rotas por el capricho banal del gobernante de turno.


TRINCHERA
Dentro del Museo, entiendes lo que significó la destrucción de Varsovia cuando ves un vídeo realizado sobre fotografías de la época. Una ciudad totalmente aniquilada. No hay otra forma de decirlo.

Y aún pudimos ver cómo un grupo de "avezados" españoles, con ignorancia supina, entre risas y casi quitándose el puesto, pugnaban por fotografiarse en una moto alemana con sidecar (sí, de esas que vemos en las películas). La escena era increíble: por un lado, risas y más risas por subir a la moto, fotos y más fotos con sonrisas de oreja a oreja y alegría; por otro lado, personas mirando la escena con una expresión de extrema tristeza en sus ojos.

La historia podría acabar no con un colorín colorado este cuento se ha acabado, sino con una pregunta "¿cómo es posible que un elemento que causó tanto daño y dolor sea ahora un objeto de tanta satisfacción?".


GYOR. HUNGRIA

Szechenyi Ter. Plaza principal
Gyor es una las principales ciudades de Hungría, la tercera en importancia después de su capital, Budapest. 

Excelentemente comunicada con la capital, cada hora sale un tren que te deja en Budapest en una hora y media, aproximadamente.


Arquitectura en Gyor
Bajar de la estación y salir a la plaza Plaza Varoshaza, con su imponente Ayuntamiento neo barroco,  y adentrarse en las calles de Gyor es sumergirse en una especie de cuento de los hermanos Grimm. 

Esta ciudad eminentemente industrial ha sufrido una gran transformación y ofrece al visitante un lugar apacible para estar y pasear. Su universidad goza de gran importancia y hace que la ciudad sea joven y cosmopolita. Perfectamente abarcable para pasear a pie, está llena de historia.
Calle de Gyor

Celtas y romanos dejaron en ella su huella, pero fueron los magiares los que le dieron su actual nombre. La mezcla de estilos puede apreciarse en sus calles eminentemente barrocas, aunque la plaza principal, Szechenyi Ter conserva el estilo inicial.


Arquitectura barroca en Gyor
Gyor es también la ciudad de los ríos. Rodeada por los ríos Danubio, Raba y Rábca,  posee una magníficas riveras para pasear. Si tienes tiempo, puedes acercarte al "barco pirata" que encontrarás en uno de sus ríos y degustar la comida típica magiar por un módico precio. Si te apetece hacer un recorrido menos bucólico pero que te mostrará una idea del entorno de Gyor, puedes subirte al CITY BUS; es gratuito y tendrás una visión general de la ciudad. 
Gyor. Homenaje al nacimiento de la soda





Como curiosidades, deciros que en Gyor nació la soda. Es tan importante para ellos que le han dedicado una plaza con una coqueta fuente en la que un gran sifón dispensa "soda" permanentemente. Además, si quieres conocer más sobre esta bebida y sus orígenes, puedes visitar el museo de la soda que se encuentra en Gyor.

Por aquí pasaron las tropas napoleónicas y su general, Napoleón, se alojó en uno de sus edificios. Tampoco lo olvidan.
Tienda próxima a la fuente de la soda
Pero también puedes darte un respiro y disfrutar de uno de los placeres que tanto saben apreciar los magiares: los baños termales. El moderno complejo termal que se sitúa entre dos de sus ríos ofrece un ambiente de relax para niños y grandes.

O visitar la sinagoga, con una sencilla y preciosa construcción.

Como podéis ver, Gyor merece la pena. Además, su oferta cultural es amplia y, desde luego, no te aburrirás.



domingo, 23 de noviembre de 2014

LA RUTA DE LA SEDA. DE COLIN FALCONER

La ruta de la seda, de Colin Falconer nos sumerge en una civilización exótica y desconocida. 

De la mano de un fraile que te sacará de quicio tantas veces que perderás la cuenta, Guillermo, y de un templario, Josseran Sarracini, que muestra una mente tan abierta para la época que sería impensable la verbalización de sus dudas, mediado el siglo XIII saldremos de Jerusalén para acompañarlos en una importante misión: lograr que el Gran Kan los reciba para transmitirle el mensaje del Papa y lograr una alianza contra los sarracenos.

Durante el viaje atravesaremos el desierto hasta llegar al Techo del Mundo.  Conviviremos con los mongoles, conoceremos sus costumbres, su habilidad en la guerra y porqué eran tan invencibles. Pero también será un viaje a través del alma para nuestros dos viajeros, sobre todo para el templario Josseran que, continuamente, comparará civilizaciones, culturas, dioses y creencias y se planteará dudas sobre la auténtica VERDAD.

Contrariamente, Guillermo, su compañero franciscano al que debe proteger -que no servir- no hará sino ver brujas y adoradores del diablo en todo aquello que no es como dicta su religión. La superstición y la religión unidas por la mano.

Una visión de un mundo del que poco conocemos y que se nos ha mostrado más bien como algo exótico y lejano.

Una lectura fluida en la que no faltan referencias históricas a la cultura de los pueblos que desfilan por sus páginas, pero bien hilado para que la novela histórica sea lo que debe ser. Novela que nos acerca a un pasado desconocido pero cierto.